El tema principal del Génesis es la relación de Dios con el hombre. La condición especial de éste consiste en que ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza (lo que explica la verdad axiomática de que la vida humana es sagrada). Ahora bien, desde el principio se ve que el hombre es capaz de hacer el mal ("Sí, el corazón del hombre se pervierte desde la juventud"), hasta el extremo de que la iniquidad humana lleva a Dios a arrepentirse de haberlo creado, y a pensar en borrar de la superficie de la tierra a la humanidad misma (el diluvio universal). Pero Dios ha puesto en el corazón del hombre la conciencia moral, la conciencia del bien como un imperativo. La voluntad de Dios se descubre como la voluntad de que los hombres hagan el bien. Dios interviene en la vida de los hombres poniendo en su corazón la conciencia del deber de hacer el bien. El mal estriba en el incumplimiento de dicho deber. El Génesis no sólo constituye un catálogo de la infamia de que es capaz el ser humano (en el que el fratricidio ocupa un lugar señalado), sino que también muestra que el bien puede salvar tanto a quien lo pone por obra como a sus semejantes. Además, en las palabras que José dirige a sus hermanos tras la muerte de su padre ("Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien") se expresa un misterio de la forma en que Dios interviene también en la vida de los hombres: que Él saca bien del mal, que el bien que Dios quiere para los hombres Él puede hacer que se revele incluso allí donde los hombres hacen el mal.