La poesía de Julio Martínez Mesanza posee la intensidad, la solemnidad y la uniformidad propias del estilo elevado o Grand Style, y en ella se cumple la vieja ley de la literatura que Juan Benet defendió en La inspiración y el estilo: “El estilo proporciona el estado de gracia”.
El cultivo en exclusiva del endecasílabo blanco, de igual manera que el de la repetición como recurso expresivo, imprimen a su poesía un acento, una gravedad, una monotonía, y dotan a su dicción poética de un estilo, que tienen por sí solos el poder de ejercer en el lector una fascinación inmensa.
Dicho estilo encuentra su inspiración en una visión moral, y en una visión trascendente, y no es ajeno a la cultura clásica en la que hunde sus raíces, ni a los asuntos de que se ocupa, pero lo que distingue a la poesía de Julio Martínez Mesanza es dicho estilo.
El vértigo, el hechizo y la emoción que produce la poesía de Julio Martínez Mesanza no se explican en último término por el interés que encierra la derrota de la caballería francesa frente a los flamencos en la batalla de Courtrai, o frente a los arqueros ingleses en la batalla de Crécy, o por la victoria de los húsares alados del rey Jan Sobieski en la batalla de Kahlenberg, que logró romper el cerco de los otomanos sobre Viena, sino por el estilo literario que cristaliza en su poesía, y que incluye el interés de dicho hechos.
El estilo de la poesía de Julio Martínez Mesanza es lo que queda del orden antiguo después de la derrota del orden antiguo, es lo que queda de la vieja caballería después de la derrota de la vieja caballería.
Los endecasílabos alados de la poesía de Julio Martínez Mesanza cargan contra el mundo moderno, porque el mundo moderno es el ácido que corroyó las virtudes antiguas de las que hablan sus poemas, y a las que rinde un homenaje emocionante: el deber, la lealtad, la valentía.
En el congreso que se celebró hace una semana en Madrid con ocasión del 150 aniversario del nacimiento de G. K. Chesterton, Julio Martínez Mesanza dijo: “Más que nostalgia de las cosas pasadas, yo lo que tengo es rechazo de las presentes”.
La poesía de Julio Martínez Mesanza es antimoderna, de espíritu noble y hondamente religiosa. La palabra “alma” aparece en la poesía de Julio Martínez Mesanza casi tantas veces como en la del capitán Francisco de Aldana, y en la del capitán Francisco de Aldana es la palabra más repetida.
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