lunes, 10 de noviembre de 2025

La Reina de las Nieves


La Reina de las Nieves transmite una verdad profunda por medio de una imagen sencilla: el ojo y el corazón están conectados. La esquirla de cristal que un día se le mete a Kay en el ojo, y que procede del espejo mágico que se había hecho añicos al principio del cuento, llega a clavársele en el corazón. Por eso Kay dice: «¡Ay! ¡He sentido un pinchazo en el corazón!» El cristalito hace que el ojo de Kay se vuelva ciego ante la belleza, y, al mismo tiempo, hace que su corazón se enfríe hasta covertirse en un témpano de hielo.

La verdad profunda que Andersen expresa poéticamente a través de la historia de Kay y Gerda en La Reina de las Nieves coincide con las palabras escritas por Ricardo de San Víctor en el siglo XII: Ubi amor ibi oculus (donde hay amor, allí hay visión). El mal que Kay padece es la dureza de corazón, representada simbólicamente por esa minúscula esquirla de cristal clavada en su corazón. La ceguera de Kay ante el bien, la verdad y la belleza consiste en tener el corazón endurecido. La mujer finlandesa sabe que la única forma que existe de salvar a Kay es sacarle el cristal: «Hay que sacárselo, o nunca volverá a ser humano».

Lejos de ser ciego, el amor es la condición indispensable para ver, de ahí que Claudio Rodríguez escriba en «The nest of lovers»: «Y yo te veo porque yo te quiero», y de ahí también que Nikolái Rostov le diga a María Bolkonskaia en Guerra y paz: «No es la belleza la que hace nacer el amor, es el amor quien hace la belleza». «El amante es el único que realmente ve la verdad acerca de la persona o cosa que ama», afirma John Senior en La restauración de la cultura cristiana.

Asimismo, La Reina de las Nieves es una recreación de la parábola evangélica del grano de mostaza. Gerda, una niña, es el granito de mostaza que le dice a la morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar.» Y la morera le obedece. También en esto la lógica poética de La Reina de las Nieves, que es la lógica poética de los cuentos de hadas, coincide con la lógica poética del Evangelio, donde se dice: «el menor de entre todos vosotros, ese será el más grande».

En el penúltimo capítulo, cuando el reno le pide a la mujer finlandesa una bebida que le proporcione a la pequeña Gerda la fuerza de doce hombres para poder llegar hasta el palacio de la Reina de las Nieves, la mujer finlandesa, que puede atar todos los vientos del mundo con un hilo de coser, responde: «No puedo darle más fuerza de la que ya tiene. ¿No ves lo grande que es ya? ¿No ves cómo la sirven hombres y animales? ¿Cómo con los pies descalzos habría podido, si no, llegar tan lejos? Nosotros no podemos aumentar su fuerza, que radica en su corazón de niña inocente».


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